El mandatario electo de Uruguay es un pupilo de Pepe Mujica. Sin embargo, a diferencia de éste se ha referido poco a Venezuela y a Nicolás Maduro, pese a las reiteradas preguntas periodísticas. El gobernante venezolano fue de los primeros en felicitar a Yamandú Orsi, quien asumirá su cargo el 1 de marzo.
Uruguay votó por un cambio y eso se traducirá sin duda en una nueva política interna y exterior. Lo más notable, apenas deje la presidencia Luis Lacalle Pou, estará posiblemente en el discurso presidencial. El actual mandatario ha sido un consistente y a veces irónico crítico de los autoritarismos en la región (léase Cuba, Nicaragua y Venezuela).
Dada la condición de ser el país sudamericano más pequeño, no tiene Uruguay un peso geopolítico como lo tendría Brasil, pero ciertamente Lacalle Pou no ha desperdiciado ningún escenario internacional –tampoco los miembros de su cancillería- para dejar en claro el rechazo a la represión y la falta de libertades en Venezuela, especialmente tras las elecciones del 28 de julio.
Washington Abdala, el embajador uruguayo ante la Organización de Estados Americanos (OEA) nombrado por Lacalle Pou, seguramente será sustituido dado el carácter estratégico que tiene esta posición, como la embajada ante Estados Unidos.
Si nos guiamos por lo poco dicho por Yamandú Orsi en relación a Nicolás Maduro, no habrá más mensajes frontales desde Montevideo, aunque el peso político que sobre el nuevo mandatario tiene Pepe Mujica podría marcar un rumbo en la nueva política exterior que comienza el 1 de marzo de 2025.
La prensa uruguaya reflejó hace algo más de dos meses las referencias de Orsi sobre Venezuela. En plena campaña presidencial allá en Uruguay y con la situación venezolana post electoral compleja (sin resultados oficiales detallados del 28J y con la más alta represión en décadas), la prensa insistía -y con razón- en preguntarle cómo definía al chavismo y qué haría su gobierno, en caso de ganar.
En septiembre, entonces, Orsi hizo malabares y el diario «El Observador” tituló: “Le cuesta decir que es una dictadura”. El ahora presidente electo sí dijo que Maduro encabezaba “un régimen autoritario indiscutible” y señaló además que era “indefendible”
Apenas asuma Orsi tendrá que tomar una postura sin ambages en relación con Venezuela. El gobierno de Lacalle Pou, a partir de las actas recabadas y totalizadas por la oposición que encabeza María Corina Machado, dijo que el ganador el 28J es Edmundo González Urrutia. Sin embargo, Montevideo no declaró al ex diplomático venezolano como presidente electo, tal como hizo recientemente Estados Unidos.
Es plausible que se mantenga la negativa a reconocer a Maduro como presidente legítimo pero al mismo tiempo se evite darle rango presidencial a González Urrutia. Sin entrar en la discusión sobre la legitimidad de Maduro como gobernante, Brasil acaba de anunciar que no habrá una ruptura de relaciones con Venezuela. Mientras que Colombia, tras una suerte de episodio de lucidez política (en la que habló de una transición y exigió derechos para la oposición venezolana), ahora reproduce el discurso de las sanciones como justificación de que no haya elecciones libres en Venezuela.
Tendrá un hueso duro de roer Orsi, puesto que además las relaciones diplomáticas entre Caracas y Montevideo están rotas. Uruguay, como otros seis países (Argentina, Chile, Perú, Panamá, Costa Rica y República Dominicana) exigieron resultados transparentes y cuestionaron la proclamación que hizo el CNE la madrugada del 29J. El gobierno de Maduro inmediatamente cortó los lazos con esas naciones y poco antes lo había hecho con Ecuador.
Las preguntas abundan. ¿Buscará Orsi normalizar las relaciones entre los dos países, tal como se lo planteó Maduro en una misiva pública que figuró entre las primeras felicitaciones que recibió? ¿O apostará por dejar los lazos diplomáticos congelados?¿Hablará de Venezuela más con Gabriel Boric, el presidente de Chile? ¿O como ha sido una tendencia en otras épocas, Uruguay estará más alineado con el poder geopolítico y vecino de Brasil?
Finalmente, está el factor Pepe Mujica, dada la condición de pupilo que tiene el nuevo presidente de quien fue jefe de Estado en Uruguay entre 2010 y 2015. Aunque Mujica fue un abierto aliado del chavismo cuando estuvo en la presidencia de su país, en los últimos tiempos ha sido un crítico frontal.
En febrero de este año señaló como autoritario al gobierno de Maduro: “El de Venezuela es un gobierno autoritario, se le puede llamar dictador… Llámenlo como quieran”. En abril, cuando existía una fuerte tensión tras los impedimentos de inscripción electoral de cara al 28J, el exmandatario izquierdista dijo que la situación venezolana era «lamentable» y que «no hay respeto elemental a la oposición».
Más acá, el mes pasado, Mujica dijo que los gobiernos de Nicaragua y Venezuela eran “indefendibles”. A su juicio, Ortega y Maduro “juegan a la democracia, pero cuando pierden las elecciones (dicen) no, era una joda”.
Con 89 años –y en delicado estado de salud- Mujica se da el lujo de hablar prácticamente de lo que se le viene en gana. Cosa muy distinta será Orsi como jefe de Estado, electo además siendo el candidato del Frente Amplio, una variopinta coalición de izquierda. También está por verse si ese Mujica viejo y postrado lograr influir en su pupilo de 57 años, quien además deberá atender muy diversas urgencias internas dentro de Uruguay.
Este artículo fue publicado originalmente en El Estímulo
Andrés Cañizález es periodista y director de Medianálisis. @infocracia
Las opiniones expresadas en la sección Red de Opinadores son responsabilidad absoluta de sus autores