Minería: un trabajo de alto riesgo y muy poca retribución

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Foto: Archivo | Referencial.

Una persona que decida dedicarse a la minería arriesga su vida en huecos con poco oxígeno, en condiciones infrahumanas y cargando sacos pesados, para entregar el 60 % de la arena y piedra que pueda sacar después de largas horas picando bajo la tierra. Así describió Aiskel Andrade el trabajo de la minería al sur del estado Bolívar.

Andrade, quien es directora del Centro de Estudios Regionales de la UCAB Guayana, resaltó en entrevista para el programa Háblame Bajito, de Radio Fe y Alegría Noticias, que además de sufrir estas condiciones, el trabajo “no genera mejores condiciones de vida para las personas que se dedican a ella”.

Un 40 % de la población trabajadora en el estado Bolívar resuelve su vida en la minería de oro y actividades comerciales alrededor de la mina, mientras tienen que vivir, junto a sus familiares, en precarias condiciones de vida, sin acceso a agua potable ni servicios de salud, deficiencia del servicio eléctrico y con ingresos que no alcanzan para cubrir los gastos básicos.

Trabajar sin oxígeno y sin ganancias

“El trabajo minero se realiza en las peores condiciones posibles. La actividad minera en Venezuela no está tecnificada, no es empresarial, sino que está asociada a un modelo artesanal, donde un grupo de personas (mineros) arriman material”, reiteró Andrade.

En ese contexto, es el minero el que asume todos los riesgos, como el de entrar a huecos de 10 metros de bajo tierra o hasta 800 metros de profundidad, como en el caso de la mina talavera en El Callao. Una vez adentro, deben ir picando la tierra en cuclillas, acostados o -en el mejor de los casos- de pie, siguiendo la marca de oro, poniendo esfuerzos para sacar la mayor cantidad de arena y piedra, que deben cargar de vuelta a la superficie en sacos que muchas veces superan su capacidad física, para luego llevar a los molinos y separar oro de arena.

“El minero en este modelo es el desprotegido de los desprotegidos”, dijo Andrade, quien detalló que además deben trabajar sin herramientas y sin implementos de seguridad, para que una vez que saquen la piedra o arena con mineral, entreguen comisiones al dueño del hueco, “al transportista que lo arrima, a donde lo arrimas” y a los dueños del molino, entre otros.

“Tú pones todos los riesgos como individuo trabajando en las peores condiciones posibles, y tienes que ir dejando porcentajes en el camino. Dejas a veces entre el 60 % y 65 % de lo que vas obteniendo. Solamente te queda 40%: eso es lo que te llevas a casa. A veces para enviarle a la familia, porque hay personas que se mueven solas. Como vas viendo, es un negocio que solamente te va dejando muchos riesgos y pocas las ganancias, porque las tienes que repartir para poder hacer la actividad minera”, expresó Andrade.

El oro no da calidad de vida

En ningún caso la actividad minera garantiza condiciones de vida, según Aiskel Andrade, dado el alto riesgo de la forma en cómo se realiza. “No existe ningún tipo de sistema de prevención de riesgos, seguridad en el trabajo, no existen de ninguna naturaleza”.

Incluso no se puede hablar de ganancias económicas. De acuerdo al estudio de bienestar social realizado por la UCAB Guayana a finales del 2022, solo el 2 % de la población del estado Bolívar lograba alcanzar un ingreso promedio de 1000 dólares mensuales.

Mientras tanto, el resto de la población está obteniendo un ingreso promedio individual que equivalía a 91,20 dólares y cuando se juntaban los ingresos familiares, apenas alcanzaba los 230 dólares al mes. Para ese momento la canasta básica estaba valorada en 307 dólares. “Es decir, no alcanza ni siquiera para lo básico”, reiteró Andrade.

Según los datos del Centro de Estudios Regionales de Guayana, 47 % se mantiene con un único empleo, mientras que 6 de cada 10 personas en Bolívar complementan sus ingresos con actividades económicas independientes y emprendimientos, entre ellos a la actividad minera. 

Sin embargo, todos se igualan gracias a las precarias condiciones en las que les toca vivir, en las zonas con absoluta actividad minera, sostuvo Andrade. Quienes se dedican al comercio viven en precarias condiciones de vida, sin agua potable, sin servicios públicos, sin servicios de salud y con ingresos precarios.

Los mineros suman un adicional, pues viven y trabajan sin ningún tipo de protección social, seguridad en el trabajo, o control de minas y espacios, por lo cual los casos de accidentes resultan ser letales y con alta cantidad de muertos.

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