Marbeth Ferrer tras el Maratón CAF: 500 problemas, 21 soluciones 

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Foto: Marbeth Ferrer

Por Marbeth Ferrer González

La periodista, productora de eventos, escritora y también deportista, Marbeth Ferrer, corrió en el más reciente e importante Maratón CAF 2023, el cual se volvió a realizar tras seis años de ausencia el pasado domingo 19 de marzo.

Ferrer, escribió una crónica sobre su participación en ese evento y la compartió con el equipo de Radio Fe y Alegría Noticias:

«Corría el mes de noviembre de 2022 y cuando estábamos en el montaje del certamen Miss Venezuela, me llega el mensaje: “Me acabo de inscribir en la CAF”.

-¿Vas hacer el maratón?

-“No, 21 kilómetros”

-Ok me voy a inscribir y lo hacemos juntas.

Tenía tiempo, faltaba bastante para ese gran día, podría organizarme y prepararme. En verdad tenía tiempo. Tiempo que empezó a pasar y pasaban muchas cosas alrededor, muchos platos, muchas comidas, muchas invitaciones, eventos, salidas, mal dormir, mal comer, y llegamos a 9 kilos de más como si nada y, casi casi, sin darnos cuenta.

Llegó enero de 2023. Teníamos ganas de entrenar y hacer las cosas, pero estábamos pesados y así no queríamos nada con la vida, nos íbamos hacer crossfit cuatro veces por semana, no lográbamos la semana completa, íbamos al volcán porque amábamos ver a los perritos y queríamos tratar de encontrarnos al muchacho que nos gusta.

Pasaron los días y volvimos a recibir un mensaje:

“Estamos a tiempo para entrenar para la CAF, ¿Quieres ir a correr mañana conmigo al Parque del Este?”

-Ok, vamos. No he corrido nada, pero vamos.

-¿Qué si hubiese amado quedarme en casa? ¡OBVIAMENTE!

Foto: Marbeth Ferrer

Adiós a los cigarros electrónicos

Pero no. Ir a correr en febrero no parecía una buena idea después de haber recién dejado de fumar cigarros electrónicos. No parecía una buena idea con un peso no adecuado, ni parecía una buena idea después que el día anterior había ido a un lanzamiento de un DP.

Pero ahí estaba y algo en mí decía que iba a ir a la CAF.

Los días pasaban y yo me sinceraba conmigo misma. Estaba decidido que no participaría e iba a pedir reembolso,  pues quería utilizar ese dinero para cualquier otra carrera, pues ¡qué tanto!, pero no quería hacer el ridículo en la carrera más importante del país.

Sin embargo, como buen venezolano, jamás leí las letras pequeñas donde… ¡no hay reembolso! ¿Adivinen qué? Odio perder, todos odiamos esa sensación y sin darme cuenta debía montarme en ese barco pues quedaban dos semanas. Así que el domingo antes del maratón CAF nos fuimos a nuestra segunda carrera del año… ¡una locura!

Jamas había corrido en Los Próceres, y la verdad la vibra fue increíble, pero mi malcriadez le hacía frente y a los 8 km solo me quise parar y, dos compañeros uno que hacía 42 km, y mi amiga 21 km,no podían creer que a una semana del maratón yo quería tirarme en el piso y no seguir. Si corría un kilómetro más era para llegar a un puesto de empanadas.

Ese día el deporte y yo nos peleamos y presentamos la sentencia de divorcio.

«Hasta donde puedas»

La semana transcurrió y mi mente me dictaba: “llega hasta donde puedas”, “pide que te saquen en moto”, “camina”, “diviértete, pero inténtalo”. Mientras que afuera solo escuchaba que me podía lesionar, que era una locura, que no lo hiciera, que si el sobrepeso, que no estaba lista, que no me preparé, que soy una irresponsable.

El ser humano cuando el “NO” pesa más que cualquier cosa, todo se activa para que salgas adelante y digas: “¡vamos a darlo todo!”

-Amiga, ¡el próximo año sí nos vamos a preparar verdad! (inserte risa escandalosa cuando faltan 10 minutos para la salida).

Llegó el domingo 19 de marzo y suena el Himno Nacional. Se prepara todo el mundo para salir, se sentían los nervios en el ambiente, se sentía una energía que hay que estar ahí para vivirla, se veían caras de felicidad mezcladas con nervios, pero sobre todo, se veían sonrisas.

Foto: Marbeth Ferrer

Adicionalmente, se respiraba un país en el que soñamos y trabajamos día a día. Se vería a varias personas persignarse y ahí estaba yo también, pues siempre que cruzo una meta se la dedico a quienes desde arriba me siguen y me impulsan kilómetro a kilómetro. Esa gente que uno ve para arriba y sabe que si te paras van a quitar las nubes para que el sol te pegue de frente y te derritas, porque así es Caracas y su clima, o te derrites o te congelas. ¡Aquí somos intensos!

Esos pies se movían uno tras otro, iban sin parar pero a nuestro ritmo, porque aunque no nos preparamos sólo pensábamos en todos los “NO” que nos dijeron, en todos esos “NO” que guardábamos, en todos esos rollos en la cabeza, problemas personales, depresión, ansiedad acumulada.

Con ganas de llorar pero no había tiempo para el llanto

Era también querer llorar, pero si llorábamos no podíamos respirar. Y así como pensábamos eso, a la vez nos dimos cuenta que con cada kilómetro que dejábamos atrás nos sentíamos más seguras y livianas, ya no nos afectaban tanto esos 9 kilos de más, nos sentíamos que la confianza regresaba poco a poco. Sentíamos que volvíamos a ser nosotros.

También nos dimos cuenta que, si teníamos 500 problemas, pero que al terminar le encontraríamos sitio a 21 kilómetros. Seguimos, continuamos paso a paso. Además, corrimos por sitios donde no llegamos a conducir en nuestros carros a diario.

Y es que eso es lo bonito del maratón de la CAF: hay lugares que no frecuentamos, y en este ser, hay lugares que jamás habíamos visto, así que nos sentíamos como niño chiquito conociendo Disney, veíamos todo maravillados, y es que sin pena no teníamos ni idea dónde estábamos pero admiramos y apreciamos cada sitio. Esto particularmente considero que hizo pudiéramos llegar a Los Próceres, el único sitio que conocíamos, y que al llegar no había ni forma ni manera en que me detuviese. Esos 21 kilómetros se terminaban a ritmo.

Pasar La India, Roca Tarpeya, El Helicoide y El Paraíso con todas esas calles llenas de gente que no te conocen pero te dan ánimo, te gritan que puedes y que eres una dura, pues se me achicaba el corazón, porque pensaba: aquí hay gente que se preparó, aquí hay gente que va hacer tiempo y yo solo trato de soltar, de volver a mí y, principalmente, demostrarme que soy capaz de lo que sea.

Caracas es hermosa, la gente de Caracas es hermosa, Caracas tiene mucho que dar tiene mucho que ofrecer y sobre todo, mostrar.

«Gocé el maratón de la CAF»

La gente en Caracas vibra alto y es buena. En Caracas tenemos mucho que hacer y mucho por ver, este año gocé el maratón de la CAF, disfruté cada paso, lloré algunos, reflexioné muchos, sonreí muchísimo en todo el camino, admiré a quienes me pasaron por un lado y también a quienes no se pararon y siguieron. También a quienes alcanzaban sus objetivos y tiempo.

Me emocioné ver a los de 42 kilómetros llegar y pensé: “¡quiero ser yo en la próxima!”. Obvio para esa me preparo, es una locura por año y esa no será, se los prometo.

Me alegró mucho ver a la gente que te alentaba, fotógrafos que te tomaban una foto y luego te daban porras. Pensaba que quería llegar a la meta y encontrar al que me gustaba de sorpresa, le ofrecí al universo que si terminaba en menos de tres horas él me daba un almuerzo con el que me gustaba.

Me imaginé muchas cosas, entre esas, en la meta que solo me motivaron a llegar.  La verdad cuando vi el cartel de 20 kilómetros me entró como el espíritu de Bolt, ya el reloj no tenía pila y solo quería llegar. Solo deseaba llegar y tener el alma en paz, abrazar a mi yo interno y decidir empezar de nuevo desde aquí.

Foto: Marbeth Ferrer

Llegar y ver a mi compañera de carreras, ver las medallas y que me la pusieran, pero automáticamente quitármela porque durante segundos no sentía que la merecía, agarrar mi cambur e hidratación, sentir que las ampollas eran horribles, pero sentirme entera, no sentir mis piernas que querían abandonar mi cuerpo, sentir el que pude y siempre podré cuando me lo propongo y confío.

Prepararse para todo en la vida

Estoy convencida que uno debe prepararse para todo en la vida, pero a veces no lo haces y recuerdas todo lo que eras, todo lo que eres y todo lo que eres capaz de hacer cuando tu corazón puede más que la cabeza.

Si dejamos que nos gobierne la cabeza, dejamos que también nos gobiernen los estereotipos, lo que consumimos en las redes sociales, lo que nos gobierne todo aquello que no es nuestro y nos llenamos de algo que no sabemos el porqué.

Si algo me quedó claro es que debemos llenarnos de nosotros, de lo que nos rodea, de lo que hemos superado, de lo que nos impulsó a llegar ahí, porque aunque demos pasos en falso, sabemos que nos vamos a levantar, continuar y guindarnos esa medalla con orgullo, pero que también veremos al cielo, específicamente a quienes nos alumbran todos los días, dándonos ese cielo que necesitamos, y que si el camino se pone difícil, es el indicado. Y son precisamente esos caminos que amplían nuestra zona de confort, eso no significa que hay que dejarla, sino amoldarla para que cada día consigamos más medallas».