EE.UU. admite “error” en el caso de un salvadoreño enviado al Cecot

El caso ganó connotación imnternacional luego de conocerse que Kilmar Abrego García fue separado de su hijo con condición especial, a la fuerza.

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Izquierda: Abrego García. Derecha: García en el CECOT según su abogado. (Tribunal de Distrito de EE.UU. para el Distrito de Maryland). Imágenes tomadas de The Atlantic.

El Gobierno de Estados Unidos admitió que hubo un “error administrativo” en el caso de Kilmar Abrego García, un salvadoreño que fue enviado al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot).

De acuerdo con la defensa del salvadoreño, Abrego García, deportado el 15 de marzo, es un ciudadano del país centroamericano, pero con residencia legal en Estados Unidos.

En representación del Estado, Robert L. Cerna, director interino de la oficina de campo de ICE en Maryland, admitió ante la jueza federal Paula Xinis que la deportación de Kilmar Abrego García fue un “error”.

La admisión del “error administrativo” por parte del gobierno norteamericano ocurre luego de que la defensa del joven llevara su caso a un tribunal.

Sin embargo, este reconocimiento no implicó justicia para Abrego, quien sigue encarcelado en el Cecot, la mega cárcel salvadoreña sobre la que pesan algunas denuncias por presunto abuso y torturas.

Señalado de ser parte de una organización

En principio, Kilmar Abrego García fue acusado de ser el líder de una facción del MS-13, un grupo pandillero de nacionalidad salvadoreña.

Tras admitir el error, Estados Unidos se niega a devolver a Kilmar Abrego García. Ahora lo acusan de formar parte de una red de “tráfico de personas”.

Al ser supuestamente “miembro de una organización criminal”, Estados Unidos lo considera un terrorista.

El caso ganó connotación internacional luego de conocerse que Kilmar Abrego García fue separado de su hijo con condición especial a la fuerza. Su familia lo reconoció en una foto en el momento de su ingreso al Cecot.

“Un tatuaje malinterpretado”

En la demanda judicial presentada, la familia exige su liberación y una “reparación inmediata”, argumentando que EE.UU. lo deportó “sabiendo que sería torturado”.

Abogados del caso señalan que Abrego no tiene antecedentes penales ni vínculos con pandillas, y que su único “delito” fue un tatuaje malinterpretado.

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