Si usted, amigo lector, me preguntara hace dos meses qué opinaba sobre una posible negociación de la oposición con representantes del gobierno, le hubiese expresado mi total desaprobación.
El pasado domingo, el gobierno de Noruega informaba sobre un nuevo capítulo del diálogo entre el gobierno de Maduro y la oposición venezolana, ahora en Barbados.
A priori blasfemé, como cualquier ciudadano que desea una transición a la democracia, pero luego de escuchar a los expertos y analizarlo en frío es necesario explicar por qué no se debe subestimar esta carta.
La decisión tiene su dosis polémica, claro que sí; no obstante, existen argumentos que indican que esta vez la oposición tiene la ventaja.
Para hablar del primer diálogo entre gobierno y oposición no tenemos que viajar muchos años en el tiempo. El 10 de abril de 2014 se llevaría a cabo en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores la primera mesa de diálogo con cuadros de lado y lado: Jorge Arreaza, Henrique Capriles Radonski, Jorge Rodríguez, Henry Ramos Allup, entre otros.

Durante cinco horas estuvieron deliberando en cadena nacional de radio y televisión. Hasta el Papa Francisco envió una carta a los integrantes de esa reunión.
Esa mesa de diálogo sucedió luego de producirse una ola de protestas que se prolongó durante más de tres meses, en las que murieron 43 personas por el uso excesivo de la fuerza de los cuerpos policiales del Estado, según cifras publicadas por la Fiscalía General de la República.
Después de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) emitiera dos sentencias que dejaron sin poderes a la Asamblea Nacional y otorgaba nuevos poderes al mismo TSJ y a Maduro, el 1 de abril de 2017 otra ola de manifestaciones se desbordó. De acuerdo a registros periodísticos se contabilizó la muerte de 157 personas en protesta, lo que llevó de nuevo a las partes a sentarse y dialogar.

En septiembre de ese año el gobierno y la oposición iniciaron nuevamente negociaciones en Santo Domingo, República Dominicana, las cuales fracasaron en su intento de consensuar una fecha para realizar elecciones presidenciales.
Un proceso exploratorio con miras a instalar una mesa de diálogo en Oslo, Noruega en mayo de este año también terminó sin acuerdo.
El cuarto período de negociaciones se retomó esta semana en Barbados, donde se acordó la instalación de una mesa permanente de diálogo.
Ahora, en ninguno de los procesos anteriormente señalados había una amenaza real que perturbara la sobrevivencia del gobierno de Maduro como ahora: sin capacidad para renegociar una deuda externa que asciende a más de 130 mil millones de dólares, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos considera que se han cometido violaciones a los derechos humanos en Venezuela, Rusia y China han cerrado el grifo financiero, el bombeo diario de crudo supera discretamente los 800 mil barriles, 14 países vecinos no le reconocen como gobierno legítimo; es decir, esta vez hay un cóctel muy pesado que ha venido configurando las variables que pueden llevar la crisis a una transición.
La guerra de micrófonos
Durante estas reuniones en Barbados se ventiló a la prensa que uno de los seis puntos que se discute es el de realizar unas eventuales elecciones presidenciales en 9 meses, sin maduro como candidato.
Como era de esperarse, Diosdado Cabello le ha hecho un guiño a la guerra de micrófonos desestimando este rumor para generar desesperanza en la sociedad venezolana y desarticular a la oposición.
Lo cierto es que sujetos como Cabello siempre van a querer dar la impresión de estar fuertes y sacar pecho estando en las peores condiciones.
Amigo lector ¿Usted cree que la oposición se sentaría en una mesa de negociación con representantes del gobierno y que en la lista de temas a discutir no figure unas elecciones presidenciales con todas las de la ley? Creo que sería una total y absoluta estupidez, por eso lo de Cabello no tiene asidero, es absurdo. Por supuesto que ese tema está sobre el tapete.
Por otro lado, las variables que detonarían una transición a la democracia, como señala el profesor John Magdaleno, son esencialmente tres: intervención militar extranjera, golpe de Estado, o negociación.
La intervención foránea parece más bien una quimera; el rompimiento definitivo dentro del Alto Mando Militar por alguna razón todavía no se ha dado, aunque sí hay muestras de haber un descontento creciente; la única opción que quedaría es la negociación.
Sobre estas modalidades a una transición a la democracia no nos han dicho toda la verdad ¿O acaso una posible intervención extranjera no está sujeta a riesgos y costos también?
Algunos (incluyéndome hace dos meses) les costarán más que a otros asimilar que la negociación constituye otra forma de enrumbarse a la democracia. ¿Por qué, por ejemplo, la DEA negocia con factores involucrados en carteles de droga? Porque hay un objetivo superior que es combatir el narcotráfico. ¿Por qué la oposición negocia con afectos a Maduro? Porque existe un objetivo superior que es generar las condiciones para realizar unas elecciones en Venezuela que sean legítimas, libres, independientes, con observación internacional.
Yo también tengo prisa en que toda esta pesadilla acabe. Vivimos en propia carne las consecuencias del deterioro económico, pero mi tiempo, incluso el suyo, respetado lector, no es el tiempo de la socio-política porque depende de otros.
Es la oposición quien lleva la ventaja en este momento. Ya crece la esperanza de transitar de la crisis a la democracia, quizá no de la forma que todos esperamos, también es posible un desplazamiento entre actores.
No me parece casualidad el ramo de elogios que Maduro entregó a Héctor Rodríguez después de informar sobre los avances de las negociaciones en Barbados. Rodríguez no desperdicia la oportunidad para exhibirse, para mostrarse como un dirigente destinado a otros retos. No creo que sean simples rumores Diosdado.