Cada 22 de marzo se conmemora el Día Mundial del Agua, una fecha destinada a resaltar la importancia de preservar y proteger este recurso esencial para la vida y el equilibrio del medio ambiente.
La jornada invita a reflexionar sobre la necesidad de adoptar prácticas responsables en su gestión y fomentar la conciencia sobre su acceso y uso equitativo en el mundo.
Además, su propósito está alineado con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6, que busca garantizar el acceso universal al agua y saneamiento para el año 2030.
Aunque el agua es un derecho humano, 2.200 millones de personas carecen de servicios de agua potable gestionados de forma segura, según ONU-Agua, lo que genera graves consecuencias para la salud y el desarrollo de la sociedad en general.
Esta efeméride se encuentra entre las más significativas a nivel global, junto con el Día de los Derechos Humanos, el Día Internacional de la Mujer y el Día Internacional de la Paz.
Origen del Día Mundial del Agua
Durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en 1992, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomendó fijar un día especial para reconocer la relevancia del agua e impulsar su gestión sostenible.
Un año después, en 1993, la ONU oficializó la celebración del Día Mundial del Agua mediante una resolución, estableciendo así su primera conmemoración.
Desde entonces, las Naciones Unidas y sus Estados miembros utilizan esta fecha para promover iniciativas y acciones concretas orientadas a la conservación de los recursos hídricos y al acceso equitativo al agua potable.
Cada año, las agencias de la ONU coordinan actividades a nivel internacional, mientras que los países se comprometen a aplicar medidas para su ahorro y mejora del saneamiento, reconocido como un derecho humano fundamental desde 2010.
A partir de 2003, esta fecha se convirtió también en el momento en el que la ONU publica el Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, documento que analiza la situación de este recurso y proporciona información para la toma de decisiones gubernamentales.
Inicialmente, este documento se publicaba cada tres años, pero debido al agravamiento de la crisis hídrica, desde 2014 su publicación es anual, abordando cada año una temática diferente sobre la cual poner el foco.
A medida que se acerca el 22 de marzo, diversos colectivos y organizaciones organizan actividades de sensibilización y se suman en las redes sociales a la campaña pública mundial liderada por ONU-Agua.
Importancia del agua
El agua es necesaria para mantener la higiene y prevenir enfermedades, por lo tanto, el no contar con agua limpia y sistemas de saneamiento adecuados fomenta la propagación de enfermedades como la diarrea, cólera, hepatitis A y otras infecciones que suelen afectar a las comunidades más vulnerables.
Su acceso limitado o deficiente pone en riesgo de enfrentar crisis e inseguridad alimentaria. De acuerdo con la ONU, el 70 % de todas las extracciones de agua dulce se emplea en la agricultura, el 20 % en las industrias y el 10 % en los municipios.
También es responsable de impulsar el desarrollo industrial, energético y económico, al ser usada en procesos de manufactura, generación de energía y distintas actividades productivas. Su escasez puede limitar el crecimiento de comunidades y países enteros.
En el caso de los ecosistemas, estos depende del agua para su equilibrio. Los ríos, lagos, humedales y océanos albergan una gran biodiversidad y cumplen un papel clave en la regulación del clima y la purificación natural del agua.
Sin olvidar que por medio de la evaporación, condensación y precipitación, el agua mantiene la humedad del suelo, permitiendo el crecimiento de los bosques y regulando los patrones climáticos.
Sin este recurso, los ecosistemas pueden degradarse, afectando la capacidad del planeta para sostener la vida y agravando fenómenos como la desertificación.
Efectos del cambio climático en el agua
Solo el 0,5 % del agua en la Tierra es dulce, utilizable y disponible, y su suministro se vuelve cada vez más incierto debido al cambio climático. La ONU advierte que el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos hacen que este recurso sea más escaso, impredecible o contaminado.
En los últimos 20 años, la cantidad de agua almacenada en la humedad del suelo, la nieve y el hielo disminuyó a un ritmo de un centímetro por año, alerta la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
A su vez, el deshielo de los glaciares reducirá aún más el suministro de agua en regiones que dependen de estos para abastecer a una sexta parte de la población mundial.
El aumento del nivel del mar también representa una amenaza para el agua dulce, ya que contribuye a la salinización de las aguas subterráneas, reduciendo su disponibilidad para las comunidades costeras y los ecosistemas.
Igualmente, el incremento de las temperaturas y los eventos climáticos extremos como sequías e inundaciones fomentan la contaminación del agua, elevando los niveles de sedimentos, patógenos y productos químicos, indica el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
En América Latina y el Caribe, 17.8 millones de niños, niñas y adolescentes viven en zonas de alta o extremadamente alta vulnerabilidad al agua, de acuerdo con Unicef. Para 2040, casi uno de cada cuatro menores vivirá en regiones con estrés hídrico extremo.
A nivel global, la ONU estima que el número de personas en riesgo de escasez de agua grave pasará de 1.900 millones en la década de 2010 a entre 2.7 y 3.2 mil millones en 2050, esto a consecuencia del cambio climático y el crecimiento poblacional.
Uso responsable del agua
Desde pequeñas acciones individuales hasta medidas a gran escala, cada esfuerzo contribuye a la conservación del agua y a la construcción de un futuro más sostenible.
La educación y la participación ciudadana son clave para crear conciencia sobre el uso responsable del agua. En el ámbito doméstico, esto implica hábitos como cerrar el grifo al cepillarse los dientes o lavarse las manos, reparar fugas en tuberías y sanitarios, y reutilizar el agua de lluvia para el riego o la limpieza.
En el sector agrícola, significa la adopción de métodos de riego eficientes que minimicen el desperdicio de agua, así como técnicas de conservación del suelo que ayuden a retener la humedad por más tiempo.
Las industrias también tienen la tarea de reducir los vertidos contaminantes e implementar tecnologías de reciclaje y reutilización del agua en sus procesos productivos.
Del mismo modo, los gobiernos deben promover campañas de concientización, desarrollar políticas efectivas de conservación del agua, optimizar la infraestructura de distribución y tratamiento, e impulsar iniciativas que garanticen un acceso equitativo y sostenible.
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