Carmen Elena Rendiles Martínez fue una destacada religiosa venezolana y fundadora de la Congregación de Siervas de Jesús de Venezuela, nacida el 11 de agosto de 1903 en Caracas. 

Se caracterizó por ser una mujer de gran humildad, al servicio de Dios y el prójimo, así como con una fortaleza inquebrantable, tanto espiritual como personal, ya que aunque nació sin un brazo, nunca permitió que esta condición limitara su misión religiosa, sino que la asumió con valentía, convirtiéndose en un modelo de entrega y devoción.

Desde muy pequeña, mostró una profunda conexión con la fe. Acompañaba a su madre a misa y dedicaba tiempo a la oración. Tras la muerte de su padre, asumió responsabilidades dentro de su hogar y se entregó al apostolado parroquial.

“Se necesita valentía para vivir la humildad. Valentía para ser obediente, para vivir en pobreza”, con esas palabras la recuerda la hermana Rosa María Ríos Gómez, superiora general de la Congregación Siervas de Jesús, en una entrevista publicada por Vatican News. 

“Más que cantar a la cruz, quiero llevarla cantando”, solía decir la madre Carmen, según recordó en una entrevista con EFE Carmen Edilma Aristizábal, vicaria general de la congregación. 

Su legado, afirmó Aristizábal, se resume en “el amor a Jesús eucaristía, adorar, reparar, amar” y en el compromiso de darlo a conocer “cada vez más”.

“Madre Carmen siempre decía que era una felicidad ser catequista, el poder enseñar a los niños y preparar sagrarios vivientes para Jesús”. Para muchos, agregó, “era una gran santa”, reconocimiento que hoy se ha convertido en una realidad.

Infancia y adolescencia 

Es la tercera de los nueve hijos de Ramiro Rendiles y Ana Antonia Martínez. Unas semanas después de su nacimiento, la bautizaron el 24 de septiembre de 1903 en la Basílica de Santa Teresa en Caracas. Recibió su primera comunión el 19 de marzo de 1911.

Creció en un hogar profundamente cristiano, donde las prácticas religiosas eran parte esencial de la vida diaria. En su seno familiar, se bendecía la mesa antes de cada comida, se rezaba el rosario por las tardes y los domingos estaban reservados para la misa, lo cual inculcó en ella un amor especial por la eucaristía.

Carmen Rendiles inició su educación en el Colegio San José de Tarbes y a los 18 años sintió interés por el arte y el dibujo, por lo que decidió inscribirse en una escuela especializada. Sin embargo, dejó sus estudios para seguir su camino religioso. 

Durante su adolescencia, una debilidad pulmonar la obligó a apartarse temporalmente de su vida social, afianzando así su relación con Dios a través de la oración y más tarde desempeñándose como catequista y fuente de apostolado para sus familiares y amigos.

Varias congregaciones la rechazaron por la falta de su brazo izquierdo, ya que en aquella época todavía veían las limitaciones físicas como un obstáculo.

Vida religiosa

El 25 de febrero de 1927, con 24 años, llegó a la Congregación de Siervas de Jesús en el Santísimo Sacramento, una institución de origen francés recién establecida en Venezuela. Allí, encontró su hogar espiritual y el camino que Dios tenía reservado para ella.

Ingresó al noviciado el 8 de septiembre de 1927, luego de completar sus estudios y preparación previa. Cinco años más tarde, el 8 de septiembre de 1932, emitió sus votos perpetuos, consolidándose como miembro definitivo de dicha familia religiosa. 

Más adelante, se trasladó a Francia, donde en 1935 la nombraron maestra de novicias. Poco después, regresó a Caracas para encargarse de la formación de las aspirantes y novicias hasta 1943.

Bajo su guía, la congregación amplió su labor en el ámbito educativo. A partir de 1942, se fundaron los colegios Betania, Santa Ana, Belén y Nuestra Señora del Rosario, además de ampliar su servicio en diversas parroquias. Las hermanas también contribuían a la iglesia elaborando hostias y ornamentos litúrgicos. 

La madre Carmen, con su sencillez y espíritu práctico, llegó incluso a construir muebles para la congregación, algunos de los cuales se conservan hoy en el museo del Colegio Belén de Caracas.

A los 33 años, la eligieron maestra de novicias, y en 1947, asumió el cargo de Superiora de la Casa Madre en Venezuela. Su liderazgo permitió la expansión de la congregación en varios estados del país, siempre centrándose en el servicio al prójimo. 

En 1951, la designaron Superiora Provincial, e impulsó la creación de nuevas casas y colegios, incluyendo uno en San Cristóbal, estado Táchira, y la llegada de las hermanas a Cúcuta, Colombia. También promovió la atención al Palacio Arzobispal y la Catedral de Caracas, y la fundación del Colegio Nuestra Señora del Rosario en Mérida.

Tras el Concilio Vaticano II, cuando el gobierno general de la congregación en Francia decidió transformarse en un instituto secular, lo que implicaba un cambio en su carisma fundacional. 

La madre Carmen, firme en sus convicciones, consultó a sus hermanas y al Episcopado venezolano, contando con el apoyo del cardenal José Humberto Quintero. 

Así arrancó el proceso de separación de la comunidad francesa, que culminó en 1965 con la creación de una congregación independiente en Venezuela, llamada Siervas de Jesús.

Ese mismo año, la escogieron como Madre General, cargo que desempeñó con autoridad y caridad. En 1969, es reelecta como Superiora General, continuando su labor con entrega y amor por sus hermanas y la comunidad.

El 9 de mayo de 1977, a los 74 años, falleció tras haber celebrado sus 50 años de vida religiosa. Sus restos reposan en la capilla del Colegio Belén en Caracas. Su habitación se convirtió en un oratorio donde, hasta el día de hoy, las hermanas continúan en adoración al Santísimo Sacramento.

Milagros atribuidos

La doctora Trinette Durán de Branger, cirujana en el hospital Miguel Pérez Carreño de Caracas, sufrió una descarga eléctrica en su brazo derecho mientras operaba a un paciente con cáncer, lo que le provocó quemaduras y la pérdida de la movilidad de su brazo y tres dedos de su mano.

Consultó con casi 20 médicos sin éxito y antes de que la operaran visitó el Colegio Belén, donde oró en la capilla y en el oratorio. Allí, una monja le aseguró que la Madre Carmen intercedería por su sanación. 

De acuerdo con los testimonios, un rayo de luz salió de un cuadro de la madre Carmen y alcanzó su hombro. Trinette sintió un intenso calor, perdió momentáneamente el conocimiento y, al recuperarse, su brazo estaba completamente sano y nunca más necesitó férula ni cirugía.

El segundo milagro ocurrió en 2015, cuando una mujer con hidrocefalia triventricular idiopática experimentó una recuperación inmediata y permanente tras tocar un cuadro de la Madre Carmen. 

Camino a la canonización 

El proceso de beatificación de la madre Carmen Rendiles inició el 9 de marzo de 1995, cuando la iglesia abrió formalmente su causa ante las autoridades eclesiásticas. El 5 de julio de 2013, el papa Francisco reconoció sus virtudes heroicas, otorgándole el título de “venerable”.

En febrero de 2014, comenzó la investigación de un presunto milagro atribuido a su intercesión. La fase diocesana concluyó el 18 de septiembre de ese año con una sesión solemne presidida en Caracas por el cardenal Jorge Urosa Savino y se enviaron los documentos al Vaticano.

El 19 de diciembre de 2017, el sumo pontífice aprobó el decreto de su beatificación, luego de que la Congregación para las Causas de los Santos confirmara como milagrosa la curación inexplicable de la médica cirujana Trinette Durán de Branger.

La ceremonia de beatificación se celebró el 16 de junio de 2018 en el Estadio Universitario de Caracas, siendo la tercera religiosa venezolana en alcanzar este reconocimiento —después de la madre María de San José y la madre Candelaria de San José— y la primera caraqueña. 

Finalmente, el 31 de marzo de 2025, el Francisco aprobó su canonización, por lo que la madre Carmen se convertirá en la segunda santa del país, después del “médico de los pobres”, José Gregorio Hernández.

A diferencia de José Gregorio Hernández, a quien veneran millones de personas en Venezuela y otros países latinos, el nombre de la madre Carmen apenas comenzó a hacerse conocido recientemente.

“Nunca había escuchado de ella, pero ahora en años recientes se puede ver en la televisión y retratos de ella en las iglesias. Me alegra mucho porque es una bendición para el país, donde hay tantos problemas y la fe en Nuestro Señor nos consuela en estos tiempos difíciles”, expresó Elena Rodríguez, una ama de casa de 71 años, en declaraciones a AP mientras visitaba un templo.

Sigue todas nuestras entrevistas y la información que se produce desde las regiones uniéndote a nuestros canales de TelegramWhatsApp y descarga nuestra APP.