El juego entre Venezuela y Perú no termina, aunque debía terminar con el pitazo final en la cancha, con el balón en las manos del árbitro y con jugadores saludando a sus fanáticos e intercambiando camisetas. No. El juego sigue.
Después de los controles migratorios en el estadio y de que un policía le diera un palazo a Nahuel Ferraresi por intentar acercarse al público, el siguiente nivel de violencia fue retener al avión de Rutaca por varias horas en el aeropuerto Jorge Chávez de Lima.
Según el gobierno de Perú, el avión no podía recibir combustible porque estaba “experimentando restricciones de abastecimiento de índole mercantil”.
Asimismo, señala que la citada aeronave viene experimentando restricciones de abastecimiento de índole mercantil privado ajenas a la voluntad del Estado peruano.
— Cancillería Perú🇵🇪 (@CancilleriaPeru) November 22, 2023
Avión de Rutaca
El avión de Rutaca tuvo que esperar por diligencias diplomáticas para recibir gasolina y despegar de Perú.
La aerolínea publicó un comunicado en el que consideran que los controles aeroportuarios y la restricción de cargar gasolina es “violatoria de los acuerdos y tratados del derecho internacional”; también hicieron referencia a los derechos humanos de los jugadores y la tripulacion.
Horas más tarde, el avión de Rutaca despegó con rumbo a Venezuela.
¿Terminó el juego?
La fecha seis de las eliminatorias al mundial no termina. De la cancha saltó a las gradas, a la televisión, al aeropuerto y hasta los despachos de gobierno.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, calificó a las autoridades de Perú como “envidiosos, mezquinos, malvados”, por los hechos del estadio y el avión de Rutaca.
“La xenofobia de esa oligarquía racista de Perú ha arremetido contra nuestra noble selección nacional de fútbol”, dijo Maduro.
¿Terminará el juego? Era fútbol, no persecución y xenofobia.
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