“Nos toca reducir porciones o priorizar otros productos para sustituir la carne”, lamentó la señora Karina Torres ante la consulta sobre su situación económica y compras del mes destinadas a la alimentación de su familia en Barquisimeto.

Desde inicios de este 2025, la situación económica de Venezuela ha ido remarcando nuevamente una crisis alimentaria que los últimos tres años se percibía como “un mal recuerdo”. Esto, ante las constantes fluctuaciones en las divisas del mercado y las recientes sanciones sobre la producción petrolera con empresas trasnacionales.

Esto supone un incremento constante de los productos de primera necesidad en los anaqueles de los comercios y una carrera contrarreloj para garantizar “el plato de comida sobre la mesa” mensualmente. Los venezolanos y larenses, en su mayoría, deben destinar gran porcentaje de sus ingresos sobre gastos en alimentos.

Según datos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FMV), hasta el mes de febrero de este año, el ciudadano común requería de 16.23 dólares diarios o casi 500 dólares mensuales para garantizar la canasta básica.

Ese dato dista de las realidades económicas de la gente, pues el salario mínimo se sitúa desde el mes de marzo del año 2022 en 130 bolívares, equivalentes hasta el 23 de abril del 2025, en 1.58 dólares según tasa del Banco Central de Venezuela (BCV) de 82.38 bolívares por dólar.

Situación económica actual obliga a disminuir la cantidad de comidas al día

Para la especialista en nutrición y dietética, doctora Glennys Pastor, el venezolano ha disminuido su calidad alimentaria, principalmente sobre el número de comidas al día, limitando la parte proteica para tratar de reducir los costos mensuales.

“En las consultas, los larenses incluso han eliminado las meriendas, hacen dos comidas al día. Es importante priorizar también las proteínas y grasas buenas porque pueden ayudarles a paliar esta situación actual”, dijo la doctora.

La doctora Pastor recalcó que hay productos con buen aporte nutricional que son económicos, como las patas de pollo, de res, vísceras, verduras y frutos secos.

“Hay que preferir alimentos buenos y no los ultra procesados como la charcutería para sobrellevar esto” , aseveró.

Al día se deben consumir más de 2.000 calorías

Durante este mes de abril se conmemora la buena alimentación según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cada 7 de abril sirve para hacer el llamado de atención en el planeta a practicar una nutrición compuesta por proteínas “buenas” de origen animal y vegetal, como también, carbohidratos, vegetales y frutas.

Son entre 1.800 y 2.000 calorías diarias las cuales debe alcanzar una persona en su requerimiento nutricional dependiendo de su peso, sexo y edad.

La doctora Glennys Pastor resaltó que el Instituto Nacional de Nutrición (INN) recomienda realizar estas 3 comidas diarias y 2 meriendas a los ciudadanos venezolanos. “Al omitirlas, a largo plazo esto afectará la salud de la gente. Por eso, hay que ser estratégico al momento de presupuestar las compras mensuales”, recordó.

La gente está priorizando embutidos y granos en la dieta

José Molina relató al equipo de Radio Fe y Alegría Noticias que en sus compras busca la economía y prioriza aliños, huevos, suero (producto derivado lácteo típico del estado Lara), mortadela, granos y otros productos “para garantizar la papa de su familia”.

“Desde la subida desenfrenada del dólar estamos así. Lo que comprábamos en febrero es menos de la mitad de lo que podemos comprar hoy”, lamentó.

Por su parte, Marta Vargas, de atención al cliente en una carnicería del Mercado Terepaima de Barquisimeto, lamentó esta situación porque también está afectando las ventas en los establecimientos. “La gente está comprando solo lo necesario. Están recortando mucho el presupuesto para las comidas y eso se nota en lo que llevan en las bolsas de mercado”, dijo.

La dietista Glennys Pastor advirtió que a largo plazo esto podría pasar factura con respecto a patologías y afecciones sobre la salud de los venezolanos y larenses.

“Alimentos refinados, poco saludables, siempre tendrán repercusiones a largo plazo. Además, de una vida bajo efectos del estrés y sin actividad física. Hay que tomar consciencia con los recursos que se tienen a la mano”, puntualizó.

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