Una Palabra Oportuna No. 1607

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Oración de la mañana. Sábado 19 de febrero de 2022.

Por Herlinda Gamboa. Narra Julitze Mayurel.

Cafecito de la esperanza en camino de conversión

Señor Jesús, esta mañana nuevamente nos encontramos con la hermosa escena de la transfiguración, después del anuncio de tu Pasión. Los apóstoles han quedado desconcertados con el anuncio de un Mesías sufriente. Y sienten miedo a seguirte. Como todos nosotros, también nos atemoriza el sufrimiento. Con la transfiguración quitas todos los miedos. Adelantas la Resurrección. Te llevas a Pedro, Santiago y Juan. No porque sean sus predilectos sino porque tienen que cambiar de actitud. Santiago y Juan, ante los samaritanos que no han querido recibirte han pedido que cayera sobre ellos “fuego del cielo”.

Son violentos. Pedro rechaza abiertamente a un Mesías sufriente. Deben subir a la montaña de Dios para cambiar su “modo de proceder”. La oración nos hace ver las cosas de distinta manera,  permite no confundirte con uno más de los personajes famosos del antiguo testamento, aunque sean Moisés, la ley, o Elías, los profetas. El resultado final, ya no vieron a nadie más que “sólo a  ti”, El Hombre de  Dios. Tampoco subimos a la montaña de Dios para quedarnos ahí, transfigurados por el amor, hay que bajar a pisar la tierra de los hombres, a mezclarse con los problemas de la gente.

El cristiano no huye del mundo, pero sí sabe levantar este mundo hasta Dios. Es el cumplimiento de la revelación; por esto a tu lado aparecen transfigurados Moisés y Elías, que representan la Ley de los profetas, significando que todo termina y comienza en ti, en tu pasión y tu gloria. La voz de orden: ‘Escucharte’. Eres el Salvador: seguirte, significa asumir la lógica de tu ministerio pascual, ponerse en camino, para hacer de la propia existencia un don de amor a los otros, en dócil obediencia con la voluntad de Dios, con una actitud de desprendimiento y libertad interior.

Es necesario, estar dispuestos a ‘perder la propia vida’, donándola para que todos los hombres sean salvados. En tu camino siempre habrá en medio una cruz o las pruebas, al final nos lleva siempre a la felicidad. Gracias por este rato de oración. También yo he dicho con Pedro: “¡Qué bien se está aquí!”    Ahora bajamos de la montaña a la vida, al trabajo, al esfuerzo y, en ocasiones, al sufrimiento. Que la luz de la transfiguración ilumine la silueta de la Cruz.

Danos tu amor y gracia que eso nos basta. Amén. PAZ Y BIEN.

Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.